viernes, 7 de enero de 2011

Gabriela Alegre - Diputada, Encuentro Popular para la Victoria - OTRA FORMA DE HACER POLITICA


Desde la centroizquierda estamos obligados a pensar y construir otra forma de hacer política para recuperar la ciudad de una derecha mediocre que lo único que hace es generar necesidades en lugar de satisfacerlas.
Si buscamos los logros de esta gestión, encontraremos solamente beneficios en términos de lucro. El macrismo demuestra a cada paso que desconoce la naturaleza del Estado y aplica en cambio una lógica empresarial, donde el Estado sólo sirve de herramienta para hacer negociados.
Este criterio del Estado-empresa tiene múltiples efectos en la ciudad y los ciudadanos.
Por un lado, se expresa en el abandono de todas las áreas que no generan ganancias como son la educación, la salud y la cultura. Pero por sobre todas las cosas, demuestra su nivel de desprecio por aquellas áreas que son sustanciales al concepto de Estado, como son los Derechos Humanos.
El macrismo cree que los Derechos Humanos no son un eje de las políticas de Estado ni de la gestión de gobierno.
De ahí que hoy en ningún área de gobierno se piense o se encare una política como una cuestión de derechos. Macri está más cerca de la caridad o beneficencia que del respeto y las garantías de los derechos de las personas.
En la Ciudad de Buenos Ai res par t imos de un pi so normativo que es la Constitución de la Ciudad aprobada en 1996, pensada y construida en una coyuntura política donde las fuerzas de centroizquierda y progresistas eran mayoría.
Esta es nuestra principal garantía, además de un consenso social que sostiene la actitud de no retroceder en el tema de los Derechos Humanos. Esta Const itución y sus valores, Macri tiene que respetarlos.
En la gestión específica del área de Derechos Humanos el gobierno macrista, en el mejor de los casos, mantiene lo alcanzado institucionalmente a lo largo de muchos años, pero, por ejemplo, paraliza las obras relacionadas con los sitios de memoria. Otro ejemplo de su ideología y de su mediocre gestión es la creación de un centro de atención de minorías, demostrando al utilizar esta palabra, su nivel de estigmatización y de concepción benéfica en el otorgamiento de atención a los ciudadanos que tienen vulnerados sus derechos.
Desde esta concepción, no se trata de una restitución de derechos sino de mero asistencialismo.
Otro tema que pone de manifiesto la lógica macrista respecto de los derechos humanos es su política de seguridad y la creación de la Pol icía Met ropol itana, una fuerza que desde lo normativo debía ser de proximidad y prevención. Pero, todas las garantías posibles se tiraron por la borda cuando la conducción se entregó a personajes como el Fino Palacios y Osvaldo Chamorro, quienes crearon una policía con personal proveniente de lo peor de la Policía Federal, relacionado con la dictadura militar, con las áreas de inteligencia y con hechos de corrupción; y cuando se instaló dentro del Gobierno de la Ciudad una asociación ilícita dedicada al espionaje.
Los Derechos Humanos son un doble dolor de cabeza para Macri; primero porque desconoce su valor y la relación intrínseca que mantienen con el Estado, y segundo porque el piso normativo y el consenso social en relación a los Derechos Humanos hicieron que Macri retrocediera más de una vez: como por ejemplo al nombrar el Fino Palacios, al sumar a sus equipos a personajes relacionados con la dictadura militar o al poner como ministro de Educación al tristemente célebre Abel Posse.
Además de traer lo peor de la derecha al gobierno, el macrismo improvisa, juega a la prueba y el error, es ineficaz por definición, busca implementar acciones mediáticas pero que nada solucionan o logran todo lo cont rario; hasta que la realidad y la movilización de los ciudadanos lo hacen retroceder. Indigna ver que Macri muestra como principal logro la transformación de avenidas en doble mano o la poda de algunos árboles en zona norte; mientras no dice nada de sus logros de abandono de las políticas de salud, educación y vivienda o su enorme logro de aumentar la mortalidad infantil en uno de los distritos más ricos del país y la región.
Algo que tenemos que tener en cuenta desde la centroizquierda, para poder pensar en construir otra política para recuperar una ciudad para todos y todas, es la necesidad de establecer claramente en qué nos diferenciamos de la derecha macrista de cara al 2011.
Las campañas electorales poco saben de matices ideológicos, por su perfil mediático estos se difuminan.
Se habla principalmente de kilómetros de subte, cuidado y obras en escuelas u hospitales, metros de asfalto nuevo o veredas, entre otras tantas cosas.
Pero nosotros tenemos que hacer hincapié en nuestros principios y valores, que es lo que nos distingue al momento de gobernar y legislar.
Hay que dejar en claro que no da lo mismo una gestión supuestamente eficiente, de derecha, cubierta con el engaño de la ausencia de la ideología y una gestión que, desde su ideología y sus valores, avanza en el cumplimiento de los derechos de las personas. Diferenciar esto es diferenciar entre dos formas de gobierno, de gestión y de ciudad posibles.

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